miércoles, 20 de junio de 2007

El Comunismo del Sr. Chávez

El concepto de comunismo puede ser entendido de varias maneras, que han cambiado y se han diversificado a lo largo de la historia:
Es un sistema teórico de análisis sociológico basado en los trabajos Karl Marx y Friedrich Engels. Utiliza el análisis histórico de las transiciones en las sociedades humanas, para postular la transición de la actual sociedad capitalista hacia otra socialista, y eventualmente hacia otra comunista, y su principal objetivo es el establecimiento de una sociedad sin clases.
A ésta sociedad sin clases, que la doctrina marxista tiene como ideal y fin ultimo, se le llama comunismo.
Al Movimiento político derivado de la ideología comunista se le llama comunismo, y surgió desde mediados del siglo XIX y se hizo importante desde principios del siglo XX
Durante la Guerra Fría, y a raíz de ella, se empezó a llamar erróneamente comunista a aquella persona que viviera en alguno de los países socialistas bajo la influencia de la URSS, y se le dió a estos países la denominación de comunistas a pesar de ser únicamente socialistas.
Existen doctrinas teóricas no marxistas también denominadas comunistas.
Bases ideológicas
El comunismo defiende la conquista del poder por el proletariado (clase trabajadora), la extinción por sí misma de la propiedad privada de los medios de producción, y por lo tanto la desaparición de las clases como categorías económicas, lo cual, finalmente, conllevaría a la extinción del Estado como herramienta de dominación de una clase sobre otra.
Adoptó la bandera roja con una hoz y un martillo cruzados (símbolo de la unión de la clase obrera y el campesinado), y desde su origen tuvo carácter internacionalista, aunque el Stalinismo recuperó el discurso nacionalista de la "madre Rusia" durante la Segunda Guerra Mundial, a la que la propaganda soviética siempre llamó "gran Guerra Patriótica".

El Manifiesto Comunista
Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo
Karl Marx y Friedrich Engels, "El manifiesto del partido comunista"
Así comenzaban en 1848 Karl Marx y Friedrich Engels el Manifiesto Comunista. Este documento sentó las bases de la teoría marxista o marxismo y aportó una identidad y un ideario básico al comunismo.
La definición de comunismo puede realizarse desde los enfoques ideológico-filosófico, político, y económico, en lo que este aspecto afecta al desarrollo y la evolución de las sociedades humanas.
Esta ideología, en sus facetas de teoría política y movimiento político y social se define a sí misma principalmente a través de tres rasgos:
La utilización de un método científico como herramienta o instrumento eficaz para realizar un análisis preciso de la realidad social y política. Se debe señalar que, según Marx, la situación económica de una persona es determinante (aunque no de manera absoluta, por lo que sería más apropiado señalar que es muy influyente) para el pensamiento de esa persona, la infraestructura económica es determinante para la superestructura ideológica.
Como segunda cuestión está la contradicción permanente entre el trabajo y el capital que se da en el capitalismo, es decir entre la clase trabajadora (fuerza de trabajo) y la burguesía. Esto da origen a la lucha de clases (como motor de la historia), razón de ser del comunismo como fuerza superadora de un sistema injusto: el capitalista en sus diferentes expresiones, por ejemplo el imperialismo.
Un tercer aspecto lo constituye la continua evolución del pensamiento marxista, y su adaptación a la realidad social y política en cada momento.
Basado en la dialéctica de Hegel, Marx concibió la resolución de la lucha de clases mediante una síntesis superadora de los contrarios, que daría luz a la nueva sociedad cuando la contradicción entre la acumulación de riqueza y la imposibilidad de que muchos disfrutaran de ella, llegaran a un punto insostenible. La sociedad igualitaria sólo podía realizarse cuando las tensiones internas del capitalismo alcanzaran su máximo desarrollo. Marx esperaba por eso que la revolución comunista estallara en los países más avanzados, especialmente en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial. El hecho que finalmente la revolución haya ocurrido en el país más atrasado de Europa, Rusia, radica en la teoría del desarrollo desigual y combinado y la nueva etapa del capitalismo, el imperialismo.
En la teoría marxista, el comunismo debía ser una etapa posterior al socialismo. La toma del poder por el proletariado y su consiguiente gobierno (llamado "dictadura del proletariado", aunque el término "dictadura", traducido del alemán en realidad denota "hegemonía") no garantizaba de entrada una distribución igualitaria de las riquezas, sino únicamente la garantía de que la clase dominante derrocada no accedería al poder nuevamente mediante maniobras políticas o militares. De esta manera, el comunismo llegaría cuando el proletariado lograra multiplicar los medios de producción y finalmente extinguirse el Estado. La primera etapa era pues la de socializar tales medios y entregar la administración de la riqueza al Estado Obrero, cuyo tamaño e influencia política disminuiría con el tiempo.
Marx consideraba deseable que la transición se hiciera con el mínimo de violencia. Definía la violencia como "partera de la historia", es decir, como la fuerza necesaria y aleatoria para lubricar un proceso casi inevitable. Por otra parte, creía que una vez desencadenada en un país, la revolución debía extenderse rápidamente a otros, debido a la existencia de un mercado mundial en el que circulaban los productos terminados y las materias primas.
El marxismo criticó severamente a los socialistas de su época, a los que atribuía finalidades meramente reformistas. La polémica entre socialistas y comunistas marcó las primeras décadas del siglo XX en el movimiento obrero europeo.

Historia política de los partidos comunistas
La primera revolución que seguía los postulados marxistas no se produjo en un país central, sino en Rusia, en 1917. El líder del movimiento, Vladimir Ilich Lenin explicó esta imprevista (por Marx y Engels) resolución de las contradicciones capitalistas señalando que el capitalismo había fallado en su "eslabón más débil". En efecto, Rusia era un país de escaso desarrollo industrial y predominante base campesina semifeudal.
La Revolución Rusa llevó a cabo la supresión de la propiedad privada en la industria, creó cooperativas agrarias de incorporación forzosa para los campesinos y avanzó hacia la multiplicación de los medios de producción, en medio de una guerra civil que duró cuatro años. Uno de los primeros objetivos de Lenin fue electrificar Rusia (Lenin dijo en una ocasión que el comunismo era "soviets más electricidad"). Durante el gobierno de Stalin, la industrialización se hizo a paso acelerado, dadas las circunstancias internacionales. La II Guerra Mundial agudizó el proceso de creación de industria pesada y de alimentos, al mismo tiempo que aumentó los controles estatales. Este período se caracterizó por el avance hacia el socialismo a través de diversos planes quinquenales y de una concentración de poder en manos del Comité Central, según los partidarios de Stalin, necesaria por la Guerra.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que agrupaba los antiguos dominios del zar, era una potencia mundial. Con la muerte de Stalin, en 1953, sobrevino la crítica a sus métodos y al denominado culto de la personalidad, tolerados y auspiciados desde el poder. Esta etapa fue conocida como la del deshielo.
En 1991, tras un proceso de sucesivas reformas, y presionado por la Guerra Fría, el país se inició en el sistema capitalista, y las repúblicas que integraban la URSS se independizaron. La destrucción del Muro de Berlín que separaba la zona comunista de la zona capitalista (herencia de la división territorial posterior a la Segunda Guerra Mundial) fue el símbolo de esta caída.
La República Popular China, que había realizado su revolución en 1949, siguió adelante el proceso, en medio de crecientes contradicciones, hasta que comenzó a aceptar formas económicas mixtas a fines del siglo, sin cambiar el sistema político de partido único, y aún ejerciendo un fuerte control estatal.
A partir de la Revolución Rusa, la denominación de comunista quedó restringida a los partidos marxistas que se alinearon con la Unión Soviética. En cada lugar del mundo tuvieron suertes diversas, pero pocas veces llegaron al poder. Las excepciones fueron los países de Europa del Este que estuvieron bajo el control de los soviéticos durante más de 40 años después de la Segunda Guerra Mundial; Corea del Norte, Vietnam y Cuba. En Chile, a comienzos de los 70, la UP (Unidad Popular) llegó al gobierno, está era una alianza de partidos y movimientos de izquierda, el partido comunista chileno lo componía dentro de otros junto al partido socialista y el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitario). Esta experiencia fue frustrada por la férrea oposición de las fuerzas de centro y derecha apoyadas por los Estados Unidos, que produjeron finalmente un golpe de estado (1973) y la muerte del presidente socialista Salvador Allende.
El movimiento comunista internacional atravesó grandes crisis en el siglo XX. La primera de ellas relacionada con el alejamiento de León Trotsky de la conducción de la Unión Soviética debido a sus diferencias con Stalin. Trotsky se exilió en México, donde fue asesinado por Ramon Mercader. El ex conductor del Ejército Rojo postulaba la revolución permanente. La segunda gran crisis la provocó el enfrentamiento de la Unión Soviética y China en lo referente a la política internacional. Desde los años del encumbramiento del fascismo en Europa, la Unión Soviética sostuvo una política de unidad con las fuerzas democráticas de la burguesía para los partidos comunistas que actuaban en el mundo capitalista y de coexistencia pacífica con el imperialismo. El Partido Comunista de China tenía una política de confrontación directa con el imperialismo, aunque apoyaba acuerdos con las burguesías nacionales confrontadas con el mismo. Esta política provocó otro cisma en muchos partidos comunistas. En los 70 del siglo XX el comunismo pro-chino viró hacia extrañas alianzas según fuera la relación de cada gobierno con Pekín.
Después de la Segunda Guerra Mundial, dos partidos comunistas europeos, el francés y el italiano, crecieron hasta el punto de convertirse en fuerzas políticas clave en sus respectivos países. Dominaban ampliamente el movimiento sindical, tenían una importante representación parlamentaria y jugaban una compleja política de alianzas en el plano interno. Fueron críticos, en muchos aspectos, de la Unión Soviética. Esta posición independiente convirtió a ambos partidos en núcleo del eurocomunismo, cuyo sesgo distintivo era la confianza en alcanzar el poder en los países capitalistas a través de las elecciones pluripartidistas. El eurocomunismo se enfrentó en ocasiones a la Unión Soviética. El Partido Comunista de Francia no modificó, sin embargo, el método de conducción centralista hacia lo interno. Menos rígido fue en ese sentido el Partido Comunista de Italia. Éste, además, diseñó una política de compromiso histórico hacia la Democracia Cristiana (centro) que significaba mucho más que eventuales alianzas tácticas. El Partido Comunista de España, menos poderoso, se sumó al eurocomunismo.
Después de la caída de la Unión Soviética, los partidos comunistas sufrieron transformaciones y divisiones en todo el mundo. Algunas fracciones adoptaron una política reformista, otras desarrollaron una táctica de oposición a la globalización capitalista buscando estrechar sus lazos con las masas marginadas por el llamado capitalismo consumista, y orientándose en algunos casos hacia el comunismo libertario. Muchos simpatizantes del marxismo en las décadas anteriores, apoyaron movimientos socialdemócratas en Europa y América latina.
En Cuba, la revolución de 1959 fue conducida por jóvenes revolucionarios que no pertenecían al Partido Comunista. Pero éste se convirtió en fuerza hegemónica en la medida en que la economía del país se hacía cada vez más dependiente de la Unión Soviética, en gran parte debido al bloqueo económico que estableció Estados Unidos. Caída esta, Cuba permaneció como un solitario baluarte del comunismo en América, aunque aceptando la participación de capitales privados extranjeros en su débil economía, centrada en el turismo.
Incluso en la República Popular China se han desarrollado profundas transformaciones en torno a una internacionalización y un modelo económico que distan mucho de los principios políticos que promulgan. Una mezcla de comunismo en el discurso político teórico y capitalismo en la práctica en, cada vez más, amplios sectores económicos.
Vietnam ha iniciado reformas en el mismo sentido de China. Los otros países socialistas de la actualidad son Laos y Corea del Norte. Este último se ha destacado por el rechazo de reformas liberalizadoras, y una defensa férrea de la economía socialista, aunque últimamente está adoptando mecanismos para permitir la entrada de capital extranjero.
Los comunistas se diferencian de los demás partidos proletarios por el hecho de que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientes de la nacionalidad y, por la otra, porque en cada una de las fases de desarrollo que recorre la lucha entre el proletariado y la burguesía, defienden siempre los intereses del movimiento en su conjunto
Karl Marx y Friedrich Engels, "El manifiesto del partido comunista"

Movimientos comunistas no-leninistas
Han existido distintos tipos de movimientos comunistas que reivindicaban el marxismo pero no el leninismo. Un ejemplo han sido los críticos tempranos del leninismo en la izquierda comunista (Rosa Luxemburgo, Amadeo Bordiga).
Pero la corriente comunista-marxista que más profundamente se opone al leninismo ha sido el comunismo consejista. Sus principales teóricos han sido Anton Pannekoek, Paul Mattick, Otto Rühle, Helmut Wagner. El comunismo de consejos se reivindica antibolchevique y niega que el leninismo sea la continuidad del marxismo. De hecho, demuestra en sus críticas prácticas al comunismo de partido que ésta es una corriente semiburguesa que se opone a la autoemancipación del proletariado, y demuestra en sus críticas teóricas que el materialismo leninista tiene más que ver con el materialismo burgués que con el materialismo marxista o materialismo histórico.
Han existido otras agrupaciones como la Internacional Situacionista que reivindicaba el antibolchevismo, el comunismo de consejos y también una superación teórico-práctica de la división entre el comunismo marxista y el anarquista.

Movimientos comunistas no-marxistas

Comunismo libertario y comunismo anarquista
El comunismo libertario o anarco-comunismo es una de las corrientes más populares dentro del anarquismo que propone una economía planificada por consenso, la propiedad colectiva de los medios de producción, etc., no posee un solo sustento teórico o filosófico teniendo puntos de vista variados y amplios en este sentido, así también en el punto de vista organizacional. Sus más importantes partidarios han sido Pedro Kropotkin, Alexander Berkman, Errico Malatesta, entre otros.
El comunismo anárquico es la corriente del anarquismo que admite el materialismo histórico como método de análisis de la realidad. Se distingue de los comunistas libertarios porque éstos no tienen una teoría sobre la dualidad organizativa y, en general, porque consideran que la expresión comunismo libertario da lugar a malentendidos de carácter reformista o colaboracionista con el Estado burgués, así como que el adjetivo libertario se refiere más al ala liberal del anarquismo, encabezada por Rudolf Rocker.
Para el comunismo anarquista sus expresiones más acabadas a nivel teórico se encuentran en pensadores como Mijail Bakunin (aunque era anarcocolectivista), Luigi Fabbri y Camilo Berneri. El comunismo anarquista asume como una corriente del mismo la expresada por el proletariado en la lucha de clases, con ejemplos en la Ucrania de 1920 y la Revolución Española de 1936 a 1939.
El hecho de que los comunistas anarquistas asuman el materialismo histórico (como hizo Bakunin) no significa en absoluto que sean marxistas.
Nota: Tanto al Comunismo libertario o anarco-comunismo (que proviene de fuentes filosóficas múltiples) como al aquí llamado Comunismo anárquico (con su análisis materialista dialéctico de la historia) les son ajenas las críticas al Comunismo como modelo Estatista, Burocrático, Centralista o Autoritario puesto que como anarquistas se declaran antiestatistas, antiburocráticos, descentralistas y partidarios de la libre adhesión.

Críticas
Existen varias críticas al comunismo marxista. Ya sea desde el anticomunismo (fascismo, fanatismo, nacionalismo), desde los movimientos demócratas liberalismo, socialdemocracía , como desde el anarquismo o comunismo libertario.
Según los liberales una economía comunista no puede funcionar de modo eficiente en el sentido de Pareto en base a diversas razones:
Al no existir un mercado libre que regule los precios no existe modo de alcanazar un estado de bienestar pareto óptimo. Sin embargo, algunos economistas teóricos marxistas como Oskar Lange y Abba Lerner mostraron que existían un cojunto de reglas de planificación que podían tener el mismo efecto que la solución de mercado[1][2] .
Por su parte los liberales argumentan que todas las reglas de planificación reales aplicadas en la URSS histórica, no dieron ningún fruto, y que la equiparación de precios se hacia en base a los precios de las economías libres. Históricamente esta afirmación es falsa porque entre 1945 y 1965 la tasa de crecimiento de la URSS superó ampliamente a la de los países, debido a las altas tasas de inversión[3]. De hecho durante la década de los '50 eran frecuentes los artículos sobre el peligro del crecimiento soviético, así cada año aparecían entre uno y dos de estos artículos en la revista Foreing Affairs. En 1959 el crecimiento pasó por un máximo, y Newsweek se lo tomó suficientemente en serio como para llegar a afirmar que la URSS podría estar claramente «en la vía rápida de la denominación económica del mundo». De la misma época es el incidende del dirigente soviético Nokita Khrushov, cuando lanzó una amenaza económica: «Os enterrameremos» que en el momento fue tomada en serio por muchos analistas[4][5].
Algunos críticos liberales[cita requerida] señalan que la historia ha demostrado el fracaso del comunismo soviético, sobre bases filosóficas o relacioadas con la psicología de los agentes económicos. Entre estas críticas se encuentran las referencias al autoritarismo, la reresión y la falta de derechos humanos. George Reisman sugiere que incluso llegando al poder democráticamente la aplicación del socialismo tiene la necesidad del uso de la violencia para alcanzar sus propósitos: expropiación forzosa de los medios de producción. Otros ejemplos de este tipo de crítica los encontramos por ejemplo en Thatcher y Churchill:
Ninguna nación occidental tiene que construir un muro a su alrededor para mantener a su pueblo dentro de ella.
Margaret Thatcher
Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política.
Winston Churchill
Sin embargo, la mayoría de economistas explican el colapso económico de la URSS en razones de tipo material y malas políticas concretas. Paul Krugman explica que la política de mantener altas tasas de crecimiento sólo mediante inversión bruta, sin mejora tecnológica es insostenible a largo plazo y cita explícitamente a la URSS. Una explicación de este hecho puede justificarse a partir del modelo neoclásico de crecimiento económico de Solow-Swan. Así los motivos de el progresivo decaimiento de la tasa de crecimiento de la URSS, eran previsible dada el rendimiento marginal decreciente de sus políticas y dado el estancamiento de las tecnologías de la comunicación y las limitaciones a la libre circulación de información. Éstas y no otras son las causas del colapso económico de la URSS.
Otras críticas indican que "el estado de "Socialismo Real" (el Estado que afirma ir hacia el Comunismo) es en realidad un capitalismo monopolista de estado, con todas las ineficiencias e injusticias que conllevan siempre los monopolios. Los regímenes comunistas necesitan de capital para producir, ya que el poseer capital es una necesidad ineludible para la producción. Incluso los cazadores-recolectores necesitan del capital intelectual que supone el conocimiento de su entorno para poder subsistir. Los comunistas sostienen que el abolir el predominio del capital no quiere decir abolir al capital[cita requerida].
Para algunos comunistas autocríticos señalan que los regímenes del llamado bloque socialista, la "propiedad colectiva de los medios de producción" en esos países fue una ficción. Los medios estaban completamente controlados por una minoría burocrática (la "Nomenklatura" soviética) que era su verdadera dueña. Los que sostienen esta tesis señalan que es importante distinguir entre propiedad de iure y propiedad de facto. De iure, la propiedad de los medios de producción es colectiva, de facto, la propiedad es de la Nomenklatura. Algunos marxistas, sin cuestionar la propiedad colectiva, fueron críticos con la burocracia:
- Vladimir Lenin "La clase obrera debe estar atenta para que la burocracia no se coma la revolución".
-Antonio Gramsci "La burocracia es la fuerza conservadora más peligrosa: si se independiza de las masas, el partido se vuelve reaccionario y desaparece su contenido social".
Otros críticos afirmaron que el comunismo se basaba en la existencia de leyes históricas, cuando éstas no existen, ya que según esta postura la historia se ve alterada por los avances científicos, que son, por su naturaleza, impredecibles. Sin embargo, la existencia de tendencias históricas guiadas por las estructuras económicas sigue siendo un problema abierto. Dentro del pensamiento marxista, Antonio Gramsci, sostuvo que "Para el marxismo ni la estructura económica social, ni la materia son absolutas".

Personajes críticos contra el pensamiento comunista
Liberales
Ludwig von Mises. Crítico económico del comunismo. En su libro de 1922 Socialismo predijo la caída de la URSS, basado en el argumento de que la ausencia de mercados imposibilitaba el cálculo económico. Mises afirmaba también que la acumulación de capital era tan necesaria en los países "socialistas" como en los "capitalistas", ya que sin capital no se puede producir nada, por lo cual no había en realidad nadie que se opusiese de verdad al capitalismo, ya que la producción obtenible sin capital apenas sirve para subsistir.
Karl Popper. Crítico filosófico del comunismo. Afirmaba que el comunismo no era una teoría científica, al no ser falsable. Detalló los sucesivos fracasos predictivos del marxismo en su libro La sociedad abierta y sus enemigos, y criticó las tesis historicistas Nazis y Soviéticas en La miseria del historicismo.
Ayn Rand. Novelista-Filósofa no académica. Declaraba que el comunismo no solo era económicamente ineficiente, sino que además era inmoral porque atacaba la libertad económica del individuo, y si los frutos del trabajo de un individuo no le pertenecen, su vida tampoco le pertenece. Esta idea tiene, irónicamente, algún parecido con el concepto marxista de "alienación" del trabajador asalariado.
Otros
Milovan Djilas. Yugoslavo. Autor de La nueva clase, libro en el que describe la creación de una nueva clase burocrática, elegido por cooptación en los países comunistas, que, afirmaba, era la verdadera detentadora del poder.
Michael Voslensky. Funcionario de alto nivel soviético huido a occidente. Autor de La nomenklatura. Los privilegiados en la URSS, libro que respalda las tesis de Djilas.
http://es.wikipedia.org/wiki/Comunismo